
Fortino Sámano, hombre hecho y derecho, capitán del Ejército
Constitucionalista, acusado de un crimen que hoy en día la vista gorda es su
solución. Fortino individuo con los pies en la tierra, aceptó con honor su
destino: el fusilamiento. “No temo a la muerte porque la ley tiene que
cumplirse; sabré morir como un hombre y sólo les pido que digan a mis amigos
que me guarden un buen recuerdo”.
Un
reportero del Demócrata consiguió entrevistar al condenado, a primera hora de
la tarde el capitán comiendo con la madre y su esposa, fue entrevistado por el
periodista, sin titubeos fue al grano con la primera y única pregunta: “¿Tiene
usted algunas declaraciones que hacer a la prensa?”. Fortino asintió: “Sí,
señor debo declarar a usted que aun cuando voy a morir mañana y me quedan pocas
horas de vida, no tengo miedo a la muerte, pues sé que tarde o temprano debo
morir; sólo me pesa dejar la vida por una calumnia de uno de los enemigos de
nuestra causa, que me acusó de un delito que no he cometido. Me pesa doblemente
porque mi padre fue un hombre honrado, y con el delito por el que se me castiga
se manchará su nombre. Dejo a mi madre, esposa e hija que tendrán algún día la
prueba de mi inocencia.”
Comentarios
Publicar un comentario