Santitito

La mesera hambrienta era incapaz de no salivar cuando veía a sus comensales engullir sus alimentos. Le rezaba a San Petronilo patrón de las sobras, esperando ser escuchada con unas papas. Su fe al rezar era tan pura que se le recompensó con platos llenos de apetitosas y no tan pellizcadas sobras. 
Ya no comía con hambre. Ella era la gula personificada en mesera. Como era de esperarse empezó a crecer a lo lados, tanto que tumbaba las sillas al pasar entre los clientes. Se volvió un grave problema para realizar su trabajo. Desesperada por encontrar una solución recurrió a Santa Dietilia la patrona de las flacas. Siguió el ritual tan bien, que a los dos días de rezo y sacrificio intenso comenzó a ver resultados. La grasa se le fue pa las chichis y nalgas. Cómo era de esperarse hasta su propina aumentó; pero su problema de no saber cuando parar se intensifico junto a su delgadez,  hasta tuvo que amarrase pesas a los pies para no salir volando.
Un día simplemente ya no se presentó a trabajar, desapareció...
MORALEJA: No confíes en los santos.

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