Dulces.

No es que no quiera, simplemente no puedo, algo me impide avanzar. Además no es que sea fea, me considero generosamente atractiva.
Conocí a este chico de una manera muy peculiar y tengo que confesarte que mi día a día es bastante extraño. Fue amor a quinta vista y segundo tropiezo. Él cargaba buen caparazón y yo buscaba lo de adentro.
No te diré su nombre, ni su hermoso oficio, ni de aquellas manos. Lo quise como nunca a nadie desee.
Dispénsame, tiendo a ponerle romance a todo... respecto aquél caballero que no volví a ver hasta hace dos semanas.
De nuevo, coincidencia. Ojos seguido de sonrisa y punzada al pecho. Pensé en dos cosas al verlo: ir hacía él o escapar de ahí.  Opté por fingir no verle.
Estaba feliz, hechizada por la dopamina, serotonina y oxitocina.
Me tomaste del hombro y pronunciaste correctamente mi nombre, acto seguido, caí.
Hablamos toda la noche. Me conociste y te conocí.
Finalmente llegó lo más esperado de la noche, calor.
Tus manos ásperas y tus besos arrebatados, no había vuelta atrás.
Se tornó denso y no podía soltar tus dulces labios. Te mordí y gritaste.
Intentaste separarte de mi pero no pudiste. ¡Más, más, más!. Tu lengua carnosa y húmeda. Me golpeaste para liberarte de mi, soy como un perro y su mandíbula trabada.
La sangre entra a escena, chorros carmesí,  y yo feliz.

Comentarios

Entradas populares